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La libertad del balón

Este deporte que ha sabido ser machista, se liberó con la llegada de la digitalización y hoy en día hay mujeres que nos hablan de fútbol, que viven y gritan igual que cualquier hombre.

Por: Diego Dorado

Es bien sabido que en el país del Sagrado Corazón, el fútbol es el que manda y que no hay poder humano o extra-humano que pueda bajarlo del pedestal; claro, no ve que con aquel deporte nos olvidamos de aquellas decisiones o 'bobaditas' erróneas que el gobierno comete, como la venta de Isagen, los niños en la Guajira, lo de Springer y muchas más canalladas gubernamentales de conocimiento público, pero de olvido ligero.

Pero a pesar de jugar como abogado del diablo, este deporte como muy bien lo dijo Maradona, no se mancha. Y así es, la pelota como el fútbol no se mancha porque es imposible, el fútbol es liviano, inocente y libre de toda culpa.

El fútbol, ese que se juega en barro con los pies descalzos mientras se gesta un bonito atardecer que baña la costa; ese que un día hizo el milagro en Anfield y paró de su silla de ruedas a unos cuantos hinchas; o aquel que un día nos mostró su otra cara cuando a nuestro Tigre el del '9' en la espalda, nos lo lesionaron y se moría la ilusión de un buen mundial; nos regala vida, nos saca lágrimas y nos llena de euforia. Un evento tan sublime que algunos consideran como religión y al que yo le otorgo características divinas.

Este inexplicable fenómeno, nos aligera las cargas y nos regala pasión diaria, sea cual sea el equipo o el rol que cumplamos en él, nos hace la vida más sencilla, de jugador, de hincha, de recoge pelotas, de árbitro o de lo que sea todo lo que persiga el balón es magia.

Existe entonces en todos los que perseguimos al balón un sentimiento de libertad que muy pocas experiencias logran brindar y como la libertad caracteriza a las personas, en el futbol también es igual.

Está el que desde chico ha querido ser profesional en este deporte y no lo ha conseguido y a sus 23 años decide amortiguar su frustración jugando todos los días en las canchas sintéticas de su ciudad, o aquel al que la vida le sonrió en el deporte pero una lesión lo postró en la zona de sueños no cumplidos. Por el contrario también existe quien un día lo soñó y al siguiente lo logró y disfruta hoy de las mieles del fútbol.

Hay a quienes el fútbol no les interesa en lo más mínimo, ese que yo me pregunto como vivirá sin él, y su contraparte la persona que vive día y noche con un balón en sus pensamientos y a sus 64 años debate y agita sus manos criticando y vociferando sobre el balompié.

Este deporte que ha sabido ser machista, se liberó con la llegada de la digitalización y hoy en día hay mujeres que nos hablan de fútbol, que viven y gritan igual que cualquier hombre.

El que es crucificado, odiado y perdonado en un mismo partido, el arquero, o ese que es un “tronco” para jugar, pero que es el mejor analista de partidos en vivo.

Como los anteriores, hay personas que admiten al fútbol como más que un deporte, existen en el mundo millones como ellos que convierte a éste en una forma de expresión, forman un estilo de vida que se vuelve un sustento espiritual, económico y social, es  que los ata y que para ellos da sentido a la realidad del universo.

“Todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol”

Albert Camus.

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