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La calidad de los que miden la calidad

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La calidad es un concepto que depende del lente con que se mire, es difícil de medir pero los estándares se convierten en ineludibles, especialmente cuando a educación se refiere

Por: Lorena Zúñiga

¿Cómo se mide la calidad? Alguna vez se ha preguntado, ¿qué hace que existan instrumentos, procesos, artículos, objetos y hasta alimentos de mejor calidad que otros? ¿Es un tema objetivo? o ¿más bien subjetivo de una serie de expertos evaluadores? Determinar la calidad es un proceso complejo, porque interviene un nivel de individualidad. Basta con analizar las decisiones que usted toma diariamente para escoger los productos o servicios que le son ofrecidos, ¿qué lo impulsa a elegir una cosa sobre otra que se presenta igual?

 

Con la educación y más con la educación universitaria la cuestión es diferente. Porque, ¿cómo podríamos decir que alguno de nosotros no está interesado en tener una educación de calidad? Lo cierto es que, aunque parezca mentira, a veces la presión externa y las opiniones ajenas se han convertido cada vez más en un factor decisivo para matricularse en una u otra universidad; y ni qué decir del programa académico. En algunos casos la indagación previa está más orientada al peso de la institución que a la calidad comprobada.
 

El Ministerio de Educación Nacional en aras de garantizar las condiciones de calidad de la Educación Superior ha establecido la obtención de un registro calificado, que puede ser institucional o para cada programa académico. Este registro renovable cada siete años, es el indicador con el que las universidades e Instituciones de Educación Superior, más conocidas como IES, se están vendiendo en la actualidad.


La renovación del registro se completa en tres partes. Primero, los programas elaboran un reporte por escrito su situación actual; este documento que es evaluado por el Ministerio es enviado a su vez a otros docentes de universidades similares llamados por esta institución como pares evaluadores, quienes visitan la institución solicitante para la verificación de toda la información consignada en lo enviado. Esta visita que no tarda más de tres días, suele ser estresante pues es la constatación del trabajo realizado de cierta manera.

¿Y luego de la visita de pares qué?
 

Los pares entregan su veredicto evaluador que de ser favorable otorgará o renovará el registro permitiendo el ingreso de nuevos estudiantes a los Programas. Si la evaluación no fuera positiva, siempre existe la posibilidad de apelar y solicitar una nueva visita de otros pares.

 

Todo lo anterior suena muy bien, pero es inevitable que vuelva la cuestión de la percepción subjetiva sobre el trabajo de quien labora para la competencia, ¿o no? Y es que, a pesar de los esfuerzos del Ministerio por realizar un proceso equilibrado, a menudo las Instituciones evaluadas elevan su voz de protesta no sólo por la asignación de los pares evaluadores, si no por aspectos como la rigurosidad de los reportes de evaluación ó por los tiempos que se toma en algunos casos el MEN para dar una respuesta; lo que se traduce en pérdidas y retrasos para la IES, cuando no la negación del registro.


Por otro lado, el Consejo Nacional de Acreditación sostiene que el registro representa un atributo de servicio público de educación en general y en particular el modo como las Instituciones lo están prestando, teniendo en cuenta siempre el tipo particular de Universidad. También es claro que la misión de las Universidades, o al menos en el papel, no es competir con sus homólogas sino prestar un servicio que se traduzca en mejora de la calidad y progreso para las regiones y el país. 


El registro calificado no es la única forma de medición. Desde hace un tiempo el Ministerio de educación ha propuesto el MIDE (Modelo de Indicadores de Desempeño de la Educación Superior) al que no le han faltado críticas por parte de la comunidad académica del país encabezada por el Observatorio de la Universidad Colombiana, una organización independiente de veeduría universitaria integrada por investigadores y docentes.


Lo único cierto es que si los estamentos gubernamentales para medir la educación en Colombia no muestran la realidad según los propios expertos, ¿quién o qué podría ser una fuente confiable de medición? ¿Estamos frente a una imposibilidad de reconocer la calidad en la Educación Superior de una manera cien por ciento objetiva? No es posible tener por ahora respuesta a estas preguntas, lo único comprobable es que la demanda de acceso a la educación Superior en Colombia es creciente y cada vez se abren más programas profesionales que luego luchan por mantenerse.  


Por ahora sólo nos resta confiar en las buenas intenciones del Ministerio y aferrarnos a los resultados que el registro calificado pueda dar de nuestros espacios académicos y esperar que como dice el refrán no sea la universidad la que haga al profesional.

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