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De la teoría académica a la práctica laboral

“Cuando un recién graduado de Comunicación Social y Periodismo sale con ínfulas de obtener un sueldo de millonario, se estrella con la realidad”

Por: Beatriz Camacho

De contextura delgada, rubia y carismática es Marcela Moncada, quien años atrás cuando cursaba VII semestre de Comunicación Social y Periodismo en la FUP - Fundación Universitaria de Popayán, salió de la teoría de 4 paredes de un salón, a la realidad de los medios de comunicación, en busca de un lugar para poner en práctica los conocimientos ahí adquiridos.

Por recomendación de uno de sus compañeros de estudio se dirigió al Diario del Cauca, con su propuesta: una estrategia para aumentar el flujo de usuarios digitales. El paso a la era digital aún en el año 2016 sigue siendo un cambio drástico, y más para aquellos medios tradicionales que dejan todo en manos de la versión impresa, descartando oportunidades dentro del ámbito web, como lo hacía este diario hasta que Marcela llegó.

Durante algunos meses como Community Manager (administrador de una comunidad online) desempeñó labores tales como: administrar redes sociales, transcribir, transformar y subir el contenido de la versión impresa a la web dejando la página del periódico posicionada como lo afirma al decir:  “cuando yo asumí el cargo, esa página web estaba muerta, yo la dejé en el tercer lugar a nivel local”

Poco tiempo después empezaron las quejas; diariamente se encargaba durante su horario laboral de subir aproximadamente 30 noticias, de las cuales ninguno de sus compañeros periodistas le entregaba un formato digital. Al terminar con las horas estipuladas para su práctica académica, Marcela obtuvo por petición de Carlos Villamil, el entonces director del diario, el cargo de periodista, como reemplazo de quien acababa de renunciar.

Estando en IX semestre, como pocos de sus compañeros; tenía un trabajo estable en un prestigioso medio de comunicación local, sin embargo aún tenía que asistir a clases, y llevar a cabo su tesis para poderse graduar; pasaban los días y debía adelantar trabajo del día siguiente, para tener tiempo de estudiar.

Meses después firmó un contrato indefinido con el Diario del Cauca, “apenas empezaba a adaptarme al ritmo laboral, cuando dos periodistas del grupo editorial renunciaron al denunciar acoso y recargo de trabajo”, mencionó. Uno de ellos escribía la sección Vida Moderna, y se encargaba de redactar para la revista del mismo grupo editorial: Revista Farándula, responsabilidades que automáticamente se atribuyeron a Marcela.

Pasaban los días y ninguno de los dos puestos obtuvo reemplazo definido, el trabajo empezó a acumularse, los horarios a extenderse y para el final del día cada periodista (incluyéndola), debía entregar aproximadamente 5 notas periodísticas. “No dábamos a basto”, resaltó.

Antes de las 07:00 am ya estaba presente en el consejo editorial, transcurría el día y a las 07:00 pm finalizaba la jornada laboral, pero los periodistas culminaban sus labores casi a las 10:00 pm, y a esa hora abandonaban las instalaciones del diario “ya no tenía tiempo para avanzar en mi tesis, veía muy lejos mi graduación” manifestó.

Un grupo de 5 periodistas, la correctora de estilo, un fotógrafo y un diseñador; decidieron presentar la queja ante el director, quien inmediatamente los remitió al dueño del grupo editorial, el Sr. Hernando Suérez Burgos, con quien se contactáron por video chat, aunque ciertamente ninguno pudo charlar con él más que Carlos Villamil. Una vez expuesta la situación, Burgos contestó: “si no se sienten cómodos, la puerta está abierta, pueden irse. Tengo varias  hojas de vida esperando por sus puestos”, atónitos por tan poco interés, dialogaban diariamente para protestar por sus derechos laborales, hasta que desde la gerencia se aprobó subir $50.000 pesos al sueldo actual de cada uno, lo que consideraban un insulto comparado con tan pocas herramientas de trabajo, y tan alta carga laboral.

La inconformidad continuaba, y durante uno de los concejos editoriales, sin precaución alguna directivos del medio enfrentaron la situación al preguntar: ¿Quién se va y quién se queda?, sin saber que respondería cada uno de sus compañeros, 8 de los presentes respondieron: “¡Me voy!”. Pocos días después de la masiva renuncia, la Editorial del Diario del Cauca escrita por Villamil, llamada: “La crisis del periodismo”, destruyó la reputación de todos aquellos que renunciaron, “después de esto yo no vuelvo a conseguir trabajo” expresó Marcela, puesto que ahí fueron tildados como mediocres, facilistas, y malos periodistas.

Meses después, se dispuso a recuperarse de tal caracterización mal otorgada, inició con una frase motivadora: “yo no estudié 5 años para que me explotaran laboralmente, merezco algo mejor”, así que actualmente como presentadora y periodista de Notivisión Popayán, afirma ser un antecedente que confirma la clase de persona que lidera un medio de comunicación; “un hombre sin escrúpulos que ni siquiera sabe quienes trabajan en su grupo editorial,  porque no es el Diario, no es el equipo de trabajo, es él”, dijo Marcela.

Ahora se desenvuelve sin censura, ni exceso de trabajo, como ella misma lo dice: “Notivisión es mi familia”. Porque en malas condiciones, nadie trabaja bien, y no por ser recién egresado de la academia, un medio tiene derecho a explotar las habilidades de un periodista, “entendí, que el primer trabajo no siempre es la mejor experiencia” dijo Marcela.

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