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¿Hasta dónde eres capaz de llegar?

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Pensando en qué hacer, a veces preferimos callar, pues tememos también por la seguridad de nuestros seres queridos. Creamos nuestra propia armadura y callamos todo, así comenzó la historia de Juan y Natalia.

Por: Adriana Paz Vidal

¿Has realizado algún comentario inapropiado a través de las redes sociales respaldándote en el derecho a la libertad expresión? Día a día Facebook, Twitter e Instagram, son usados como medios para obtener información de manera pronta y donde además se expone gran parte de lo que se siente y se piensa. Muchas veces al estar detrás de una pantalla se siente seguridad para expresar ideas, perspectivas y opiniones, sobre todo cuando la información que es agregada en los perfiles de usuario es falsa.

 

Más de 3 millones de cuentas ‘fake’ fueron eliminadas de Facebook en los últimos meses, cifras que significan un riesgo no solo en la comunicación, sino en su veracidad y en la seguridad cibernética, debido a que a través de cuentas falsas se realizan estafas, abusos y amenazas.

 

Para muchas personas un mensaje o un comentario expresado de manera ofensiva pueden causar diversión sin antes medir las consecuencias. Es el caso de Juan y Natalia. Juan, estudiante universitario quien compartía una clase con Natalia, sin ir más allá de un simple saludo.

 

Todo marchaba aparentemente bien hasta que un día al correo electrónico de Juan llegó un e-mail bastante comprometedor, en el cual el aparente novio de Natalia expresaba que se alejara de ella porque "podría no sólo salir echado de la universidad, sino salir lastimado físicamente". El mensaje estaba sin remitente y no fue el único; a través de cuentas fake en Facebook y al celular, Juan recibió numerosos mensajes por el mismo estilo, recados que lexigían incluso que no mirara a Natalia en clase porque podría ser fatal para él.

Lo que los atacantes cibernéticos ignoraban es que Juan había sido diagnosticado a sus 18 años con epilepsia, una condición que se intensificaba sí recibía emociones muy fuertes o cualquiera  alteración en su entorno y ¿qué puede alterarte más que las amenazas contra tu integridad?

Pensando en qué hacer, Juan prefirió callar, pues temía también por la seguridad de su hermana quien estudiaba en la misma universidad. Creó su propia armadura y se guardó todo, evitando a toda costa cualquier contacto con Natalia o su grupo de amigos. Los efectos sobre él no se hicieron esperar, estaba en pánico y aunque sus palabras no demostraran el miedo que invadía a su mente, su cuerpo lo obligó a prestar atención.


Sus crisis epilépticas regresaron y las pastillas no ayudaban mucho, no dormía como antes y visitar al neurólogo lo único que generó fue un aumento sus dosis de medicamentos y la derivación para ver un psiquiatra, todo sin notar mejoría. 

 

Ya estresado y agotado por su condición, nuestro personaje decidió una mañana contar este suceso a su familia, pidiendo perdón por no haber confiado en ellos antes. Después del diálogo se hizo la respectiva denuncia en la Universidad y la Fiscalía, pero los episodios de epilepsia aún no tienen solución, Juan sufre de ataques de pánico y ha iniciado tratamiento psicológico para poder sentirse mejor y así controlar sus crisis epilépticas.

 

Circunstancias como estas se presentan a diario. Algunas son menos o más graves que la realidad que transita Juan, por eso las instituciones, entidades, grupos, etc, deben estar preparados para saber manejar este tipo de escenarios, iniciando por su prevención a través de la asesoría.

 

Las amenazas a través de las redes sociales aumentan y aunque éstas sean virtuales el Artículo 347 del Código Nacional de Policía es claro frente a este tema "(...) El que por cualquier medio atemorice o amenace a una persona, familia, comunidad o institución, con el propósito de causar alarma, zozobra o terror en la población o en un sector de ella, incurrirá por esta sola conducta en prisión de cuatro (4) a ocho (8) años y multa de trece punto treinta y tres (13.33) a ciento cincuenta (150) salarios mínimos legales vigentes".

 

Finalmente el caso de Juan prende las alertas, sí estás recibiendo amenazas debes denunciarlo ante las autoridades.

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