8 de noviembre, un desalojo inminente


Los enfrentamientos dejaron varios estudiantes heridos y dieron fin al campamento estudiantil
Por: Diego Dorado
Una nueva marcha se ponía en pie por las calles de la ciudad, 8 de noviembre y Kevin Rivera, estudiante de Antropología y encargado de la vigilancia, decidió quedarse junto algunos de sus compañeros a cuidar el campamento mientras la protesta seguía su rumbo. Los del campamento se acomodaron en sus carpas y pusieron música para pasar el rato; los marchantes llegaron como se tenía previsto, asomándose por una calle del Caldas acompañados de sus cantos y sus arengas, con el ánimo intacto como el 23 de octubre. Fue entonces cuando se escucharon los primeros “aturdidores” dando inicio a una batalla campal entre el ESMAD y los protestantes.
Las mujeres se pusieron pañoletas en la cara y se sentaron en el suelo dividiendo a los rivales, en una señal de pacifismo puro, pero este acto no duró mucho, el campamento quedó cubierto por una espesa capa blanca de gas, mal llamado lacrimógeno compuesto por sustancias intratables. El desalojo era inminente, la orden había sido dada y la intención del comandante se iba a hacer cumplir.
Un porta gas había caído dentro de la brigada de salud que atendía en el parque a algunos heridos de la batalla. Las carpas estaban destruidas, el ESMAD se había tomado por completo el campamento, sólo quedaba una alternativa: las rutas de evacuación.
El bus de la Universidad regresaría más tarde para recoger las pertenencias del campamento olvidadas en el caos, tiradas en el suelo como objetos de memoria y ausencia de una causa justa. Las madres valientes se enfrentaron a los desalojadores que se empeñaban en sacar por la fuerza a los últimos protestantes que se negaban a partir.
Los refugiados se organizaron para resistir unos días más en las facultades aledañas. Las madres valientes los protegieron y el rector de los estudiantes los apoyó para aguantar y soportar sobre sus hombros, mientras el acuerdo se concretaba en la capital durante las semanas siguientes.
“Nosotros luchamos primero por las futuras generaciones y porque nos parece muy indigno que alguien se muera diciendo que no pudo estudiar porque no tenía dinero para pagar su educación”
– Kevin Rivera.