Primipara de guerra


Las redes sociales fueron parte fundamental para el desarrollo de el paro estudiantil y por medio de estas, se logró atraer a cientos de jóvenes que participaron por primera vez en las marchas universitarias.
Por: Santiago Viveros
A través del sol infernal de las 2:00 pm, me desplazaba hacia la Facultad de Educación, las calles en su mayoría estaban cerradas por vallas de la policía, todo el sector histórico estaba sitiado por el escuadrón móvil antidisturbios -ESMAD-, mientras que a la distancia se podía ver un escenario perturbador, tal y como se tratase de una escena de la trilogía del Planeta de los Simios donde jinetes en enormes caballos perseguían a sus enemigos, era testigo de una escena similar pero que en este caso era la división policial de carabineros persiguiendo a estudiantes, mientras estos ascendían hacia la colina de “El Morro”.
Recuerdo cómo empezó mi mañana, como de costumbre me encontraba tirada en el sillón de mi casa, tratando de encontrar un buen meme que me hiciera olvidar el encierro al que me tenía sometida el paro estudiantil, pero entre esa cascada de ociosidad que abunda en las redes sociales, encontré un evento que me generó cierta curiosidad; se trataba de una invitación a participar de la marcha estudiantil que se realizaría en la Universidad del Cauca el día 13 de diciembre del 2019, para el apoyo a la educación pública. Supuse que no había nada de malo en apoyar la lucha, después de todo es una causa que me concierne como estudiante. Me armé de valor y decidí aventurarme en lo que sería, mi primera marcha universitaria, a sabiendas de que posiblemente encontraría un escenario más que riesgoso.
Las paredes de la llamada ciudad blanca escurrían toda clase de pinturas provenientes de las enardecidas manos de los jóvenes, que protestaban contra la represión de la cual estaban siendo víctimas. Los sonidos variaban, entre el silencio de los indiferentes que continuaban con sus vidas normales y los murmullos de los que temían por la integridad de los protestantes. Mientras que en el campo de batalla, la leche abundaba en los rostros de los asustados bisoños afectados por los gases en el ambiente.
Cuando ya estaba muy cerca de mi destino, aproximadamente a tres cuadras, observé que en la carrera tercera habían atravesado unas enormes piedras de río, posteriormente salió una señora de avanzada edad golpeando las rejas de su casa con un rodillo de cocina y gritando: “Son nuestros hijos, podrían ser sus hijos”. Al notar esto, pude percibir que unos cuantos metros atrás de mi posición una unidad del ESMAD eran retenida por un grupo de propietarios de la zona, quienes tenían aspecto de no tener menos de sesenta años, ellos gritaban mientras retenían el paso de una tanqueta con el fin de reducir el número de jóvenes heridos en la protesta. Aproveché la situación y avancé corriendo hacia mi destino.
Mientras me aproximaba a la facultad, alrededor de las 3:30pm, pude notar que la calle se encontraba cubierta de cristales, como si tan solo, hacía unas pocas horas Popayán hubiera sido testigo de una torrencial lluvia de vidrios. Ya en la facultad, pude ver de primera mano muchos heridos que se refugiaban allí, así como también personas que no tenían nada que ver, quienes habían quedado atrapados bajo el “fuego cruzado”. A tan solo unas cuadras un bus de la empresa Transpubenza era tomado por un grupo de encapuchados, estos bajaron el conductor, atravesaron el automotor en la mitad de la vía, posteriormente escribieron con grandes letras rojas en su carrocería: “Resistencia”.
Mis ojos eran testigos de la atlética carrera de los estudiantes por medio de una atmósfera multicolor, cortesía de los gases lacrimógenos que variaban en tonalidades. Estos gases eran disparados hacia todas las direcciones posibles, incluso puestos en la órbita ocular del estudiante de música Esteban Mosquera, quien perdió su ojo después de un impacto a quema ropa en su rostro por parte de un desmedido oficial.
Los estudiantes con sus tambores sonaban cada vez más como a una banda de guerra, el único sonido que tal vez interrumpía su melodía, eran la de las papas bomba y gases que volaban por todo el lugar. Toda esta sinfonía caótica fue silenciada por la aparición del rector de la Unicauca, quien con sus brazos arriba trató de calmar a todos los frentes de esta disputa. Sin embargo, después de un momento, los dos bandos empezaron a tirar sus artefactos de lado a lado sin importar quien estuviera en la mitad. Era un momento casi cinematográfico, donde el rector sin importar el peligro caminaba por la mitad de la calle con el fin de proteger a sus estudiantes, no pude resistirme a decir frente a las personas con las que me encontraba: ¡Que crack!
Después de los enfrentamientos ocurridos durante toda la tarde, se llegó a un arreglo con el ESMAD y estos se retiran aproximadamente a las 9:00 pm. Finalmente me dirigí a mi hogar a través de las desoladas calles y aire pesado que aún cubría la zona, mientras que el sonido de los helicópteros de la policía que seguían sobrevolando la ciudad, me hacían reflexionar sobre: ¿Cuántos estudiantes habrán sido afectados en esta movilización nacional?