Educación intercultural


Pensándonos una educación incluyente que reconozca la diversidad
Por: Yamil Alegría G.
Estando en la tierra donde nací, Tumaco, al sur occidente, bien al sur del país y conversando con uno de los peladitos del barrio, surgió la pregunta así de chiripazo: ¿A usted le gusta ir al colegio?, ¿Usted cómo se siente? Por ahí mismo me arruga la cara el niño y me dice que es aburrido, que los profesores son muy bravos y que no los dejan jugar. Con tan solo 9 años, ya siente la presión y la saturación del sistema educativo en sus hombros.
Analizo y pienso la situación para que de alguna manera, así sea dentro de mi cotidianidad y la de los demás, no le toque a uno asistir a la universidad solamente a recibir información o instrucción. Más bien que le brinden el acompañamiento humano, con herramientas necesarias para sacar a flote todas nuestras virtudes y habilidades, porque nosotros, los estudiantes somos la otredad de la educación. ¿Hasta cuándo el sistema educativo va a entender que no todos somos buenos para todas las áreas? Somos sujetos, no objetos. La educación no puede homogenizar nuestras mentes y nuestros cuerpos.
Pero es que el problema tampoco se queda en los métodos utilizados por los docentes y las formas en la que está organizado el sistema. Es también el núcleo familiar que debe cooperar, articular, fomentar el trabajo en equipo, propiciar la flexibilidad, la lúdica, el diálogo. Tan importante que es llegar a la casa y que le pregunten a uno: -¿Cómo se sintió hoy en el colegio, mijo?-, en vez de preguntar: -¿Cómo le fue?- Evidentemente la intencionalidad no es la misma.
La intención se forma o se cuaja en el punto de la educación intercultural, pluriétnica que de manera integral nos reconozca, nos vincule en procesos educacionales pertinentes y reales.
Hace pocos días leía una crónica de un medio digital que narraba los procesos de educación intercultural en Bogotá, la ciudad capital del país que ha desarticulado de cualquier cuestión étnica y mucho más si esta situación desarticuladora se encuentra en las escuelas, propagando aún más en “espacios de formación” la discriminación.
Mientras iba leyendo la crónica, entre párrafo y párrafo, me topé con el nombre de una lideresa: María Isabel Mena, un nombre que ya había oído por ahí. Esta mujer ha venido interviniendo en los temas de educación intercultural de forma continua con que la “Cátedra de Estudios Afrocolombianos” para que esté claramente visibilizada en la escuela, que se conozca la otra historia, los matices, las voces de mujeres negras que con su pensamiento liberto levantaron Palenques, que se conozcan y se visibilicen nuestras particularidades como colectividad.
Y es que el tema de Bogotá con los procesos de educación no se queda ahí, “el palenque en la escuela es un símbolo de resistencia Afro”. Fue esta la frase con la que la maestra María Stella Escobar ha venido implementando una estrategia para que los estudiantes del colegio Altamira, al sur de Bogotá, aprendieran desde la experiencia a convivir y colectivizar el aprendizaje con la creación de un Palenque, que les permite a los alumnos poder tener una cercanía a lo que nuestros ancestros pensaron y palabrearon. Así, de alguna manera, se conoce lo que fue, lo que nos está atravesando y lo que se viene, que es complejo para las comunidades étnicas en cuestiones sociales y educativas.